Al rescate de una bomba de riego hundida en el pozo | Las Provincias

2022-06-25 05:39:08 By : Ms. COCO Yao

t Inmersión. El submarinista se zambulle bajo el agua, en busca de la bomba que cayó al fondo tras romperse por corrosión el tubo de impulsión, para engarzarla con la cincha de la grúa y sacarla. cb

La corrosión de las tuberías de hierro juega estas malas pasadas. «No es la primera vez que pasa», explica Juanma Sales, técnico especialista en montaje y mantenimiento de pozos e instalaciones de bombeo de agua para riegos y abastecimientos. Ni será la última, desde luego. Pero, afortunadamente, la experiencia acumulada permite a gente experta resolver situaciones que a priori nos pueden parecer de lo más complicadas.

Hacemos estas consideraciones mientras se prepara la operación de rescate de una bomba que se ha desprendido de su anclaje habitual y ha caído al fondo del pozo. ¿Qué hacemos ahora?, podríamos decir los neófitos. Incluso cabría pensar en complejos despliegues para resolver la situación. Sin embargo, en este caso sólo hace falta la actuación medida y experimentada de tres personas, cada uno especialista en lo suyo.

Estamos en el pozo 'El Progreso', en la parte del término municipal de Picassent que ya casi linda con el de Almussafes, muy cerca del parque empresarial de la Ford. El pozo riega unas doscientas hanegadas; es una comunidad de riegos relativamente modesta, por lo que los socios han de pensarse muy bien hasta dónde pueden llegar con los gastos, pero saben que necesitan el concurso de esa bomba que se ha caído, porque les permite mayor disponibilidad y autonomía de agua para cuando, no pueden contar con la aportación de caudal de la Acequia Real del Júcar.

El pozo es una excavación a cielo abierto de unos cinco metros de diámetro que data de finales de los años 50 del pasado siglo. La columna de agua está a cuatro o cinco metros del nivel del suelo y tiene nueve o diez metros de profundidad. La bomba eléctrica opera sumergida en esa masa de agua, cuyo nivel apenas se altera cuando extrae el caudal de riego. Lo que ha ocurrido es que la tubería de hierro, por donde sale el agua camino de las parcelas que riega, se partió tras el codo de salida en superficie, junto a la válvula de regulación, y se fue al fondo, clavándose en la molla de cieno que se ha ido acumulando durante tanto tiempo.

En la instalación son visibles, sobre el brocal del pozo, un par de cabestrantes de acción manual, sobre vigas colocadas transversalmente, que debieron utilizarse tiempo atrás para este tipo de actuaciones, para poder elevar la bomba cuando se averiaba y luego bajarla de nuevo. Pero eso era cuando había manos de sobra y mucho tiempo para todo; ahora es cosa de grúas, que para eso están. Y de Rafa, que con el mando a distancia maneja la grúa con la precisión de un cirujano.

Sin embargo, antes de ponerse a elevar esa bomba que se ha hundido en el pozo hay que 'pescarla', y para eso es precisa la actuación de Manuel, un buzo aficionado, amigo de socios del pozo y con larga experiencia en exploraciones subacuáticas en cuevas. Como él dice, es «un sumbarinista de agua dulce». Siempre le ha gustado la espeleología y adentrarse donde discurre el agua entre oquedades profundas. Allí, lo más «apurado» que le ha ocurrido ha sido «ver que te quedas sin aire en las botellas», pero en tal trance todo sale bien «si eres consciente de lo que pasa y de donde estás, mides las fuerzas, no te pones nervioso y actúas como debes».

Aquí en el pozo será más sencillo. Provisto de una cincha que le da Juanma, Manuel se sumerge en busca de la masa de hierro que forman la bomba y los pedazos de tubería atornillados a ella. Una vez la ha encontrado, anuda a su alrededor la sujeción, sale a la superficie, coge el gancho de la gruesa maroma de acero de la grúa y se sumerge de nuevo para enganchar la cincha. Cuando vuelve a emerger y da el aviso de 'ok', Rafa acciona la grúa, pero nota enseguida que la bomba pesa demasiado, y no por ella. Juanma pide a Manuel que baje otra vez y compruebe si la bomba o el tubo están atrancados por algo. Tras comprobarlo informa de que no hay más que una buena porción de cieno en el que se ha 'clavado' la bomba al caer.

Las expertas manos de Juanma accionan entonces la maroma, en busca de que ese zarandeo sirva para desplazar parte del barro que bloquea. Rafa acciona de nuevo la grúa y la maroma empieza a subir. Unos minutos y ya está la bomba apoyada sobre la bocana del pozo. Ahora viene otro paso difícil: elevarla entre los cables del tendido eléctrico aéreo sin romper nada. No hay peligro de descarga porque la compañía eléctrica ha desconectado la corriente, pero hay que evitar otros posibles daños, La pericia de Juanma y Rafa permite sacar la máquina salvando los hilos de cobre y dejarla al fin sobre el camión para transportarla al taller de la empresa (C. Serrador Gómez) en Alcásser para proceder a reparar.

Terminado todo, Manuel baja por la escalera del pozo en busca de la botella de aire que había dejado allí por si aún tenía que usarla. Operación rescate culminada.